Sin arrepentimientos

No podía, no podía mirarla más de cinco segundos a los ojos que debía acercarse a su rostro y besarla, no podía contenerse ante esa mirada. No podía no observarla cuando se vestía bonita, libre y sencilla o muy arreglada, no podía no mirarla. No podía despejar sus ojos de su sonrisa. En su risa se atrapaban sus oídos. En sus palabras se quedaba un poco quieto y más de una vez, una lagrima derramaba. De sus pasos se admiraba, la miraba, la adoraba. De sus locuras mucho no entendía aun así la miraba con alegría porque confiaba, porque sentía. No sabía que le pasaba, no entendía que le provocaba, nunca supo ni sabrá que ella lo cautivaba, que entendía hasta lo que él no entendía, hasta lo que jamás entenderá. Nunca supo que ella sabía todo, que ella no se privó nunca de nada y que tal vez, solo se quedó porque tenía esperanzas que tanto dolor fuera tan solo producto de un sueño, por aquella mirada que ella sentía que la miraba, que ella siente. ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? No, jamás podrá salvarte del dolor y el vacío del adiós, pero, a veces, cuando duele tanto es mejor macharse, porque el dolor mata cada sentimiento que pueda asomarse, porque el dolor perturbo a aquella mirada, que poseía, que sentía, que amaba.

Ella se fue, porque quedarse le costaría la vida y tal vez hasta su alma.